Las elecciones
Muchas de las personas que estamos en Caritas, vemos muy claro que el problema de la pobreza, no es sólo un problema material, o algo que sucede por casualidad, o porque siempre ha existido. Tenemos claro que la pobreza es un problema político y ético. Las diferencias sociales, las fortunas inmensas de unas personas y la miseria de otras, no ocurre por casualidad, todo eso es consecuencia de una organización de la sociedad, de unas leyes, de una administración y de una voluntad de que las cosas sigan siendo así, por parte de las personas que tienen el poder y el dinero, apoyados por nuestra comodidad e irresponsabilidad. Está claro que, en el mundo, hay bienes para todos; que se puede dar cultura y preparación a todos para que puedan ocupar un lugar en la sociedad; que se puede dar atención sanitaria a todos; que hay viviendas para todos, y mucho más.
En España hay tres millones de viviendas vacías, muchas más que personas viviendo a la intemperie. Hay trabajo para todos, si ese trabajo se reparte. No hay bienes para derrochar, ni trabajo para que cada persona tenga dos empleos, o trabaje catorce horas al día, ni posibilidades para que cada uno se permita todos los caprichos que le vengan a la cabeza. Pero sí que es posible una vida sencilla y digna para todos. Si los que tienen tantas cosas tuvieran menos, y derrocharan menos, los que están en miseria, amenazados de desahucios y en paro, podría vivir dignamente. Pero, a veces, los que mandan sólo piensan, o sólo luchan por mantenerse en el poder, les interesa muy poco el bien del pueblo. Es por eso por lo que son muy importantes las elecciones, y sobre todo examinar bien los programas, y las intenciones, de los grupos que se presentan, para ver cuál es la opción mejor para nuestro pueblo. Necesitamos informarnos, analizar y tener ideas claras, en la medida de nuestras posibilidades, y después obrar en consecuencia y en conciencia, eligiendo a los que creemos que pueden trabajar más y mejor por el bien común. También nos puede servir el fijarnos en lo que está ocurriendo y lo que ha ocurrido en el pasado.
Pero la cosa no acaba aquí. No pensemos que después de votar ya hemos acabado. Eso sería muy cómodo. Después de las elecciones hemos de seguir interesándonos por la marcha de nuestro pueblo y de nuestra nación. Hemos de unirnos a otras personas para denunciar lo que se hace mal, pedir lo que es justo, y exigir a los que mandan que, dejen a un lado sus intereses y trabajen por el bien del pueblo y de la nación.
Si somos creyentes y si queremos construir el Reino de Dios en este mundo, nos daremos cuenta de que nuestro compromiso en la buena marcha de la sociedad, forma parte de nuestra fe, de que lucha por la justicia es una consecuencia de nuestra vida cristiana. Hemos de rezar, escuchar y meditar la Palabra del Señor, participar con profundidad en la Eucaristía, sentirnos orgullosos de pertenecer a la Iglesia, con el respeto más grande a todas las personas, y, al mismo tiempo luchar por construir el mundo que Dios quiere, que dista mucho de la sociedad que tenemos ante nuestros ojos.