Es tiempo de esperanza
Desde hace ya algunos años, instituido por la ONU, el 5 de diciembre se celebra el Día Internacional del Voluntariado. El voluntariado, una palabra relativamente nueva, es una realidad que lleva mucho tiempo acompañándonos, probablemente desde el inicio de la civilización que hoy en día conocemos.
Desde siempre, ya que es parte de la condición humana, siempre han habido, y por suerte habrán, personas de buena voluntad. Desde el inicio de los tiempos han habido personas que han dedicado su tiempo a ayudar a las personas que a su lado pasaban por alguna dificultad. Desde siempre han habido voluntarios.
Pero hoy en día hemos tenido que resaltar con una palabra algo que era (y es) cotidiano, algo que nos acompañaba como especie, algo que contra toda lógica es natural. Tal vez el término haya necesitado ser acuñado como contrapunto al modelo social individualista que los tiempos actuales nos proponen.
En una sociedad donde las personas y familias que van quedando al margen del camino, sufriendo la pobreza, la exclusión y el abandono, son dejadas y olvidadas, surgen nuevos buenos samaritanos que, bajo el nombre de voluntarios, ofrecen su tiempo, su talento y su amor incondicional para que los desesperanzados recuperen la vida que Alguien soñó para ellos.
Los voluntarios, personas que por su humanidad deciden dar libremente el paso de servir y ayudar a los necesitados, asumen todo el significado y la carga de valor de la palabra, y dejando de lado la limosna (dar lo que nos sobra) como forma de ayudar que surge del individualismo, ejercen y dan vida a la caridad (compartir lo que se tiene, incluso la propia vida) como símbolo de amor a los demás, como símbolo de amor al hermano que sufre.
En el Día del Voluntariado desde Cáritas, voluntarios que en nombre de toda la Iglesia ofrecen su vida para servir a los necesitados, queremos proponer los valores propios del voluntariado como valores capaces de generar esperanza en la sociedad.
Crear solidaridad, interiorizar valores humanos y evangélicos para enriquecer a los demás, defender la dignidad humana, cambiar para cambiar el mundo, preocuparse por el bien de los semejantes, ser buena noticia, fortalecer lo comunitario y trabajar por la justicia es el camino por el que han optado los voluntarios de Cáritas como camino de esperanza, y es el camino que queremos compartir con toda la familia humana.
“No tenemos en nuestras manos la solución a los problemas del mundo. Pero frente a los problemas del mundo tenemos nuestras manos. Al final de los tiempos Dios nos mirará las manos” (Teresa de Calcuta).
Es tiempo de voluntariado, es tiempo de otro estilo de vivir, es tiempo de ofrecer nuestras manos para construir esperanza.