El trabajo y la misión
Normalmente todas las personas estudian, o se preparan de alguna manera, para poder tener un trabajo. Ya se preocupan los padres de que los hijos estudien para poder colocarse bien en la vida y tener todas sus necesidades cubiertas. Pocas personas, incluso personas creyentes y practicantes, se preocupan por cumplir en el mundo con la misión que Dios les encarga. Porque una cosa es estar empleado y hacer carrera, y otra cosa muy distinta es cumplir con la misión que Dios nos tiene asignada a cada uno y a la comunidad cristiana. Una persona puede ser un profesional excelente y hacer una gran carrera, y puede que, a esa persona, ni le ha pasado por la cabeza trabajar por el reino de Dios, y si le pasa, es de forma secundaria.
Sin embargo hay personas que, sin haber estudiado y sin tener un trabajo, están cumpliendo con la misión que Dios les encarga en este mundo. A veces Estas personas no son creyentes ni practicantes, pero están muy comprometidas por el bien de la humanidad. Se pueden unir las dos cosas perfectamente, el ser un buen profesional y el estar totalmente comprometido por realizar la misión que Dios nos ha encargado, pero no siempre se unen las dos cosas, o a lo mejor hay una relación o unión débil. El cristiano, utiliza la carrera que ha estudiado y el trabajo que desempeña, como medios para cumplir la misión que Dios le ha encargado.
Nos encontramos perfectos profesionales a los que no les pasa por la cabeza emplear su trabajo para construir el Reino de Dios. Y otras personas que no tienen tanta preparación, a veces sin relación con la Iglesia, que están rindiendo a tope para construir el mundo que Dios quiere, pongamos por caso los voluntarios de Caritas. Dios nos llama a todos y nos envía para cumplir la misión de construir su Reino, no sólo a desempeñar una buena profesión y a hacer carrera. A los que se comprometen por el Reino no les falta pan, pero los que luchan sólo por el empleo, pueden tener pan, pero les falta lo más importante, lo que llena la vida.